lunes, 27 de febrero de 2017

Campo de Caravaca, un breve paseo

La idea inicial era subir a Mojantes, el pico más alto de Caravaca de la Cruz, ubicado en la sierra del mismo nombre. Pero el día había amanecido feo: lloviendo y con niebla. En principio no debía suponer ningún inconveniente para la ascensión, ya que la única dificultad parece consistir en el esfuerzo por el desnivel acumulado (más de 600 metros), pero consideramos que iba a ser una lástima perderse las vistas que semejante balcón debe ofrecer a sus conquistadores, así que decidimos aplazarlo (aquí lo contaré cuando se produzca).
Junto a este evocador nogal comenzamos a caminar.
Sinceramente, no nos vino mal, ya que éramos 6 en una casa rural pasando el fin de semana y los excesos del sábado pesaban a las 8:30 h. Así que los 3 valientes redujimos nuestras expectativas a un mero paseo, mucho más a propósito para la ocasión.
Tomamos la C-330 en dirección Puebla de Don Fadrique hasta llegar al Restaurante Casablanca (hoy cerrado), punto de partida de la ruta prevista, y simplemente tomamos un camino sin saber dónde nos llevaría.
Mª Paz y José se aproximan al Campillo de Arriba.
El paseo se inciaba a la espalda del restaurante, por un camino de tierra entre campos de cereales y almendros, al pie de la sierra, que se eleva a nuestra derecha hasta perderse entre la niebla a partir de cierta altura.
A nosotros, en cambio, no nos molesta la bruma; todo lo contrario, es un placer caminar con ese fresco que oscurece todos los colores, dotándolos de un aspecto húmedo muy saludable. Piedras, tierra, brotes, árboles y madera, casas y hasta el asfalto: todo cobra un tono que me resulta especialmente hermoso, sin duda debido a que soy hijo de secano.
El camino de tierra nos aproxima a una aldea solitaria que resulta ser Campillo de Arriba. No vemos un alma, pero se nos unen dos amigos: un perro y un gato. El felino nos acompañará unos cientos de metros, pero al comprobar que nos alejamos definitivamente de las casas decide dar la vuelta. El perro, a quien acabaremos llamando Campillo, parece un niño y no deja de correr y subírsenos para jugar.
Campillo, nuestro improvisado guía.
Hemos salido a la carretera que lleva al caserío del Tartamudo, pero a los pocos metros la hemos abandonado para tomar un camino que sale a la derecha en dirección al monte. Pasamos cerca de las ruinas de un cortijo y acabamos a la entrada de un portón que impide el tráfico de vehículos a motor. Subimos hasta un cartel que nos informa que estamos en un lugar de alimentación de aves necrófagas. Buitres, vamos.
Merodeamos con tranquilidad, subiendo una pequeña cota a las rocas superiores con la esperanza de ver algún buitre posado más o menos cerca, aunque sin mucha esperanza. Campillo, que no ha parado un instante de corretear, aparece por aquí arriba, siempre revoltoso y simpático.
Nada, otra vez será, no se ve una sola ave, grande ni pequeña. Regresamos al collado y, en lugar de volver, avanzamos para descender cayendo hasta el camino de ida, que cogemos antes del Campillo de Arriba.
El Noroeste murciano se torna lúgubre bajo la bruma.
Ya en el coche, lo peor es la despedida: Campillo se ha encariñado con nosotros y nos ha seguido hasta aquí. En estas circunstancias lo único que cabe es arrancar y salir lo más rápido posible para evitar que corra tras nosotros, saliendo a la carretera. Siempre acongoja esta situación (relativamente habitual para el senderista), pero Campillo es prudente y comprende que debemos marcharnos, así que apenas protesta cuando subimos al coche, y ni siquiera se esfuerza en perseguirnos. Nos vamos tranquilos, sabiendo que ya estará de camino a casa.
Como se nos ha encargado comprar pan y vino para la comida, tenemos la excusa perfecta para pegarnos un almuerzo tras las dos horicas de paseo. Entramos a Barranda y recorremos toda la calle principal hasta que llegamos a la plaza frente a la cual se encuentra el Bar El Santo. Si el pasado diciembre el premio al almuerzo del año lo ganó el Bar Mediodía de Bullas (ver aquí), 2017 ha comenzado por todo lo alto: caracoles, michirones, costillas de cordero a la plancha y asadas (cortesía de nuestos vecinos de mesa) acompañadas por un buen tinto pusieron el cierre perfecto a una mañana de insuperable sabor rural.
Vista del Campillo de Arriba desde el collado.
Lo mejor de todo es que ya tenemos lugar donde comer cuando volvamos para conquistar Mojantes. Pronto ha de ser.

FICHA TÉCNICA:
FECHA DE REALIZACIÓN: 19 de enero de 2017.
RECORRIDO: Restaurante Casablanca-Campillo de Arriba-Área de alimentación suplementaria de aves necrófagas (Sierra de Mojantes)-Restaurante Casablanca.
DISTANCIA TOTAL: 6 kms. (aproximadamente).
TIEMPO: 2 horas.
DESNIVEL: 80 m (aproximadamente).
DIFICULTAD: Baja.
DE INTERÉS: Las extensas vistas del campo caravaqueño, aunque reducidas por el día nublado y brumoso; el aire fantasmagórico y solitario de la zona; Campillo de Arriba y sus acogedores habitantes (Campillo y el gato); la mínima incursión en la Sierra de Mojantes.
MÁS INFORMACIÓN: Información sobre la Sierra de Mojantes en torno a su declaración como ZEPA: ZEPA Sierra de Mojantes (pdf).

Infructuosa búsqueda de buitres. Foto de José Carroza.
Campillo, siempre buscando nuestra compañía. Foto de José Carroza.
Vistas desde el collado. Foto de José Carroza.

martes, 21 de febrero de 2017

Mar y montaña: un paseo por Mazarrón.

Casa de pastor donde comienza la ruta.
Mazarrón, destino de playa por excelencia en la Región de Murcia, es hogar de la humilde e interesante Sierra de las Moreras. Una pequeña formación montañosa cuyos 488 metros de altitud máxima (el "Víboras" o Morro Blanco) parecen mucho mayores vistos desde el Mediterráneo, hacia donde se derrama su ladera Sur casi hasta tocar el agua.
Dada su escasa extensión no parece requerir demasiadas visitas para conocerla bien. La primera de las mías, de hecho, me sirvió para atravesarla de Norte a Sur por el Barranco de los Algezares.
La idea inicial era distinta a la que acabé realizando, pues mi primera meta era la ascensión al Víboras para obtener una vista majestuosa del mar, sin embargo un panel informativo avisa que está prohibido subir entre enero y junio para preservar el bienestar de la aves, siempre en peligro en entornos tan cercanos al hombre.
Entrando al Barranco de los Algezares.
Así, tuve que optar por el plan B. El punto de partida se encuentra cerca de Mazarrón. Yo, que iba desde Murcia, tomé la autovía hacia Alhama de Murcia, desviándome en dirección Bahía de Mazarrón hasta el final de la autovía. En esa gran rotonda giramos a la izquierda en sentido Mazarrón para, a unos 500 metros, salirnos a la derecha junto a una pequeña casa en ruinas (ojo al volver a incorporarnos a la carretera, pues está en pleno cambio de rasante y escasa visibilidad).
Tomamos el camino junto a la casa que se dirige a la sierra (hay un poste con cartel direccional). En 3 minutos alcanzamos una plantación de olivos y vemos la chimenea, antena y respiradero de una casa cueva. Avanzamos hasta una vistosa tubería que quedará a nuestra izquierda y que nos sirve de referencia para abandonar el camino y continuar por un sendero que nace a la derecha, ya en el Barranco de los Algezares.
Salida Sur del Barranco de los Algezares.
Ahora sí podemos decir que estamos dentro de las Moreras, viendo sobre nosotros, al frente y a la izquierda, las cumbres rocosas. Al principio caminamos a media altura del barranco, casi sin ascender, hasta que llegamos a una antigua cantera de yesos con unos viejos hornos. Éste es el punto donde se bifurcan ambas rutas. Descartada la ascensión hasta después del verano, continuamos por el sendero hasta un pozo. Precaución, pues está protegido únicamente por una débil alambrada de corral, presumiblemente colocada por el Club de Senderismo "Amigos de la Naturaleza".
La senda comienza a ascender, y aunque no pide demasiado esfuerzo, hay dos elementos que hacen que me cueste más de lo debido: primero, mi mal estado de forma (sí, debo perder unos kilos); segundo, las botas que llevo están bastante desgastadas, no tanto la suela como la carrocería, que apenas me sujeta el pie.
Mar Mediterráneo.
Aun así debo afrontar algunos repechos hasta que, por fin, unos 20 minutos más tarde, alcanzo el Collado de la Paridera. Desde aquí se contempla la salida de la sierra a la planicie del nivel del mar, afeada por los innumerables invernaderos que ocupan toda esta comarca.
Comienza un descenso que va a presentar algún paso comprometido dada la pronunciada pendiente y la piedrecilla suelta, una combinación infalible para resbalar. Avanzo despacio, que soy de natural torpe, y asegurando cada pisada, hasta recorrer toda esta vertiente del barranco, que aboca junto a una balsa de riego nada bonita. El panorama que sigue es aún peor: invernaderos (¿habrá cosa más fea?).
Tras caminar junto a uno durante unos 500 metros nos desviamos a la izquierda por un viejo camino (algo escondido entre numerosos montículos de tierra) que apunta directamente al mar, a menos de 2 kilómetros.
Villa García.
Conectamos con otra de las rutas propuestas en la web Visita Mazarrón, la que va de Puntabela (Bolnuevo) a la Playa de Percheles. Nos dirigimos hacia el Oeste para caminar por un rato cerca del mar hasta alcanzar Villa García, una vieja casa de porte señorial que llama la atención.
Es una pena que estas viviendas singulares queden abandonadas, si bien no es menos cierto que precisamente esta dejadez le confiere ese atractivo propio de aquello que aparenta un pasado mejor, incluso fastuoso.
El Mar Mediterráneo desde la entrada a Villa García.
Tras curiosear un poco es hora de volver. Toca regresar desandando el camino, así que me espera una dura subida con un calzado incómodo. Cuanto antes empiece, mejor. Me lo tomo con tranquilidad, y me sorprende comprobar que la vuelta se me hace menos pesada de lo que preveía. En poco tiempo he alcanzado el Collado de la Paridera (me encanta este topónimo).
En breve llego al comienzo, donde dedico unos minutos a explorar y fotografiar la vieja casa pastoril, con corral y aljibe adyacente.
Satisfecho con las más de 4 horas de caminata pongo rumbo a Murcia. Pero me quedan, al menos, tres visitas más a Mazarrón: las calas, los cabezos mineros y el "Víboras" siguen anotados en mi agenda de tareas pendientes.
Una de las ramblas que pasan junto a Villa García.

FICHA TÉCNICA:
FECHA DE REALIZACIÓN: 16 de febrero de 2017.
RECORRIDO: Casa en ruinas junto a la RM-332-Barranco de los Algezares-hornos de yeso-pozo-Collado de la Paridera-balsa de riego e invernadero-enlace ruta Puntabela-Percheles-Villa García.
DISTANCIA TOTAL: 14 kms. (aproximadamente).
TIEMPO: 4 horas.
DESNIVEL: 330 metros (aproximadamente).
DIFICULTAD: Baja.
DE INTERÉS: La casa de pastor en el punto de inicio y fin; el viejo camino de mampostería al otro lado del barranco en el primer tramo del recorrido; los hornos de yeso y el pozo; la sensación de soledad en una sierra despoblada; el divertido descenso por el barranco; el Mediterráneo, en esta zona solitario y exento de explotación humana.
MÁS INFORMACIÓN: Descripción de la ruta en la web de Visita Mazarrón.

Casa de pastor en ruinas. Lugar de inicio y fin de la jornada.
Casa de pastor en ruinas. Detalle desde el patio interior.

viernes, 17 de febrero de 2017

Benizar, la Murcia impensable

¿Por qué la Murcia impensable? Pues porque Moratalla entera rompe todos los estereotipos asignados a la Región de Murcia, según los cuales nuestra Provincia está compuesta casi exclusivamente de playas soleadas, chiringuitos de verano y miles de sombrillas ahogando a la sufrida arena.
Pero, amigos, los que somos de aquí sabemos bien que Murcia es tierra de contrastes, y nuestro Noroeste va a dejar boquiabierto a todo aquel que dé por bueno ese tópico tan desacertado que referíamos.
Castillo de Benizar.
Para conocer un pueblecito como Benizar (Moratalla) no se necesita más que un rato (se tarda más en llegar hasta allí que en pasearlo). Y más si nos centramos en la parte alta, compuesta por viviendas de construcción tradicional, en empinadas cuestas que fatiga subir y da encanto contemplar.
Nosotros estábamos alojados aún mas arriba, en el viejo molino, hoy rehabilitado como casa rural con capacidad para hasta 25 personas, nada menos.
Nos encontramos a los pies del cerro en el que se eleva el castillo medieval (siglo XII), así como bajo el Calar de Benizar, enfrente del primero. Aquél es un promontorio rocoso amesetado del que surge una especie de diente de roca sobre el que se edificó la torre, lo mejor conservado de toda la edificación, sin duda debido a su inaccesibilidad. Subimos después de comer; la ascensión, sin piedad, es de ésas que te obligan a parar para recobrar el aliento. ¡Menos mal que sólo es 1 kilómetro!
Benizar desde el castillo. En la esquina inferior izquierda está la Casa Rural Molino de Benizar.

Ya cerca de la cumbre da gusto contemplar las almenas de la torre conforme avanzamos, pero no es hasta que estamos en la explanada que nos llevamos el chasco: es absolutamente imposible trepar hasta la cima. Sí, hay una cuerda para los más osados, pero desde luego a ninguno de nosotros se nos pasó siquiera por la cabeza.
Normalmente las gentes del pueblo han triscado cada palmo de todas las sierras cercanas, pero Juan, nuestro octogenario hospedero, en contra de lo yo que hubiera apostado, me aseguró que arriba del todo no se puede subir.

Pequeño y juguetón cauce de agua.
Juan y Paqui son uno de esos matrimonios afables, simpáticos y serviciales. A Juan le gusta el cante y admira a Rafael Farina. Nos recita y hasta se arranca a cantar alguna copla, incluso un par de picantes versillos de juventud dedicados a su Paqui, la molinera.
Pero volvamos al castillo: las vistas desde aquí arriba son maravillosas. Siempre merece la pena el esfuerzo de alcanzar una cumbre para disfrutar del mirador natural que ofrece. Lástima que que el cielo esté cerrado y no alcancen demasiados kilómetros de panorámica.
De regreso nos recreamos en el pequeño pero decidido cauce de agua que baja del Calar, dando un precioso salto algo más abajo.
Decidimos continuar el paseo y llegar al pueblo para callejear por Benizar. Casas encaladas; la rambla de escaso caudal que parte el pueblo en dos; bonitos patios decorados con macetas; numerosos azulejos de Santa Bárbara, patrona de la localidad; un antiguo horno; pequeñas granjas para el abastecimiento familiar; una bonita ermita y gentes muy amables es parte de lo que nos encontramos en este breve trayecto.
Rincón típico.
Pero ya es hora de volver a casa y disfrutar del encuentro familiar que nos ha traído aquí, y mañana querremos dar otro paseo por la zona.
El Calar es una bonita montaña coronada por una muela pelada de árboles y repleta de oquedades, así como una cueva y un abrigo natural aprovechado para recoger el ganado en un lugar abrupto y de, aparentemente, complicada accesibilidad.
Sin embargo no vamos a subir aquí, sino que nos vamos a acercar al Rincón de las Cuevas. Paqui me dijo que no dejáramos de ir, ya que "¡ni en Cantabria hay un lugar más bonito!" Seguro que estaba exagerando con la comparación, pero desde luego el lugar es digno de visitar.
En 20 minutos escasos de camino ya estábamos profundamente sobrecogidos bajo los cenajos que rodean el paraje. Una vieja balsa en desuso, una rudimentaria cruz de madera y un pequeño altar cristiano junto a un corral. Chopos desnudos junto al exiguo cauce de agua que se dirige a Benizar, que al fondo ofrece una preciosa estampa.
Visitando el Rincón de las Cuevas.
Ya de vuelta preparamos la comida; tras la sobremesa retornamos a casa. Ha sido un gran fin de semana y me ha abierto un nuevo frente a explorar: ya ronda mi cabeza una posible travesía para conectar a pie algunas de las poblaciones de la comarca en varias jornadas.
Pero esto, si se da, será otra aventura.

MÁS INFORMACIÓN:
Turismo Moratalla: http://www.turismomoratalla.info/2011/05/fotos-ruta-rincon-de-las-cuevas-benizar.html
Región de Murcia Digital: http://www.regmurcia.com/servlet/s.Sl?sit=a,233

Horno tradicional.
Ermita de Santa Bárbara.

lunes, 13 de febrero de 2017

Sierra de Carrascoy

Caserío de Los Monreales, punto de inicio.
1065 metros. Son los que se eleva el vértice geodésico de Carrascoy sobre el nivel del mar, siendo el punto más alto del Municipio de Murcia. Para un senderista como yo, murcianico y con algunos años pateando la Región, era de tarjeta roja no haber conquistado esta cima. Por fin, el pasado 5 de febrero saldé esta deuda que tanto me escocía.
Y no iba solo. Hasta siete salimos desde La Alberca en dirección a Corvera para buscar el punto de inicio. Algún problemilla de gps en el segundo coche nos retrasó unos minutos, pero enseguida estábamos en la soleada pedanía murciana, que dejamos atrás para dirigirnos a La Murta, y desde aquí subir a la sierra entre almendros en flor.
Ya aparcados comenzamos tomando un viejo camino de tierra a la izquierda que pronto empieza a ascender. Sendas y huertos nos acercan a un hermoso cortijo amarillo. En el camino giramos a la derecha y nos introducimos en la Rambla de la Cueva del Marqués, por la que seguimos ascendiendo.
Bonito cortijo en la falda de la sierra.
Alcanzamos unos viejos hornos de yeso con una casa de labor en buen estado. Es a partir de este punto donde empieza la parte más dura de la jornada. Van a ser unos 3 kilómetros de subida, por un sendero cómodo pero que apenas concede espacio para recuperar el aliento. Mi forma física, que no está en su mejor momento, me obliga a parar varias veces (la excusa de hacer fotos me viene de cine).
El grupo se estira; los de mejor estado físico se distancian. Los cuatro restantes avanzamos pausadamente. Nos encontramos en una gran roca donde hay una bifurcación. Tomamos el sendero menos visible, ya reagrupados, aunque pronto vuelve a dividirse. Desde la retaguardia contemplamos las maravillosas vistas que esta altitud nos regala del extenso Campo de Cartagena y del Mar Mediterráneo, que cierra el horizonte.
Vaguada.
El coscojal por el que andamos ahora es la alfombra que cubre la cumbre de Carrascoy. Estamos a punto de culminar. Desde aquí arriba se amplía la visión hasta casi 360º: Sierra Espuña, la Sierra de la Muela, los Barrancos de Gebas y el Embalse de la Rambla de Algeciras, Alhama de Murcia, Librilla, las Sierras de Ricote y La Pila, Cresta del Gallo o Columbares son fácilmente reconocibles de Poniente a Levante pasando por el Norte.
El viento es criminal, lo que nos obliga a no recrearnos más de lo imprescindible. Aunque hemos pasado lo peor, apenas llevamos 5 kilómetros, ni siquiera la mitad. Nos quedan 6 kilómetros de descenso hasta el coche.
El comienzo es agradable, con algún paso propicio al resbalón por lo empinado y la arenilla suelta. Así llegaremos a la boca de un pozo de importante profundidad, prudentemente protegido por una valla.
Vistas al Campo de Cartagena. Al fondo, el Mediterráneo.
A veces senda, a veces camino más ancho, seguimos avanzando. Nos introducimos en el corazón de la sierra, y son numerosos los árboles caídos que debemos esquivar. Las últimas lluvias han hecho estragos. Bajamos incluso al cauce de una rambla, que seguimos unos 200 metros, hasta que subimos a un viejo y rústico corral construido en un collado.
Hace rato que sospechamos que debemos estar ya cerca de los coches, lo que se confirma cuando nos topamos con un nuevo poblado de casetas y otros elementos usados para explotar la sierra, destacando una chimenea. Ésta era visible al comenzar la marcha, lo que delataba la inminente llegada al punto de inicio.
En efecto, en pocos minutos estábamos estirando los músculos y regresando a La Alberca, unos mejor parados que otros. Yo, personalmente, me encontraba bastante bien, a pesar de haberme visto fatigado durante gran parte de la subida.
La Sierra de Carrascoy, esa gran desconocida, me ha sorprendido muy gratamente. No comprendo que no se haya diseñado en ella ningún sendero de pequeño recorrido (PR). Lo mejor de todo, sin duda, es verme liberado de la espina que tenía clavada por no haber subido antes a la cima de una sierra que volveré a visitar en breve para conocer nuevos senderos y algún viejo secreto de los muchos que, sin duda, alberga.

FICHA TÉCNICA:
FECHA DE REALIZACIÓN: 5 de febrero de 2017.
RECORRIDO: Casas de los Monreales-cortijo amarillo-Rambla de la Cueva del Marqués-hornos de yeso-ladera Sur de la Sierra de Carrascoy-cumbre de Carrascoy (antenas)-
DISTANCIA TOTAL: 11 kms. (aproximadamente).
TIEMPO: 3 horas y media.
DESNIVEL: 700 metros (aproximadamente).
DIFICULTAD: Media.
DE INTERÉS: Los cortijos, corrales, casetas y caseríos diseminados, sobre todo al comienzo de la excursión; las viejas yeseras, testimonio de un oficio en desuso; las vistas al Sur, más inmensas a cada paso; la cumbre de Carrascoy, con vistas interminables en todas direcciones; la boca de pozo; incursionar en el corazón de la sierra; las vistas hacia el Este durante el descenso; la chimenea al final del recorrido.
MÁS INFORMACIÓN: Wikiloc (por Malpaso); excursión realizada por el Club Senderista La Boria.

Vistas al Norte desde la cumbre de Carrascoy.
Boca del pozo.
Vistas hacia el Este en pleno descenso.
Peñón del Infierno.

lunes, 6 de febrero de 2017

PR-MU 107 Sendero de Tallante

Ermita de San Antonio de Padua (Tallante).
Hace unos meses, en agosto de 2016, hice la ruta hermana de la que tratamos aquí, el PR-MU 106 Sendero de Santa Bárbara. Entonces y ahora pude comprobar la tosca riqueza que conforma el Campo de Cartagena en su parte Oeste, lindando con los municipios de Fuente Álamo y Mazarrón.
Algarrobos, almendros, explotaciones agrícolas y ganaderas, pequeños cabezos de origen volcánico y un sinnúmero de viejas construcciones relacionadas con la vida rural del habitante de la zona hasta hace pocas décadas: cortijos, establos, pozos y aljibes, norias, molinos, balsas, ermitas, etc.
En definitiva, una suma de valores patrimoniales y etnográficos de primer orden diseminados por toda la comarca, lo que la convierten en un tesoro en sí misma.
Tanto en éste como en el de Santa Bárbara encontraremos numerosos carteles interpretativos que nos informarán de las particularidades de la zona relativa a diversos ámbitos: modo de vida, formación geológica y paisajística, elementos particulares, cuidado institucional del entorno, etc.
Casa de Peralán. Patio interior y establo.
Probablemente el culpable de la creación de estos senderos sea el garbancillo, una planta endémica autóctona de esta zona específica del Campo de Cartagena que estuvo desaparecida durante casi un siglo y que fue redescubierta en 2004, tal como nos indica uno de los paneles informativos antedichos.
Es muy recomendable visitar la web Custodia del Garbancillo, un portal muy completo con mucha información histórica y pedagógica del Campo de Cartagena, así como de las numerosas actividades y actuaciones que se llevan a cabo en la zona, que son bastantes.
Sentados los preliminares, es hora de empezar el recorrido. Para ello, y como acostumbro, madrugué lo suficiente para estar en Tallante con las primeras luces del alba. Tanto es así que tuve tiempo de acercarme con el coche al mirador de Peñas Blancas, siempre imponentes y espectaculares. Aquí podéis leer una reseña del PR-MU 7 Tallante-Isla Plana, que recorre la Rambla del Cañar a los pies de esta hermosa montaña.
Los Pérez. Casa con palomar.
De vuelta a la Ermita de San Antonio de Padua comenzamos a caminar. Vamos al Oeste por la carretera, y a la altura de una vieja panadería giramos a la derecha en dirección a la Nacional, que atravesaremos bajo un túnel siguiendo las marcas del PR. Aquí confluimos fugazmente con el PR-MU 96 Villa Eulalia-Las Palas-Tallante, uno de los siete recorridos que se diseñaron hace tres años con Fuente Álamo como epicentro.
Nosotros seguimos hacia el primer punto de referencia: la Casa de Palarán, un cortijo de buen porte en ruinas, con patio interior y establos. Enfrente, una caseta con aljibe y balsa.
Más adelante llegamos al caserío de Las Caveas (Los Escabeas en el plano), donde visitamos una pequeña noria de extracción de agua de un pozo. La obra permitía canalizar el agua hasta una balsa adyacente, pudiendo derivar a un lavadero parte de ella.
Aquí volvemos a coincidir con el PR-MU 96, pero también lo obviamos para dirigirnos a la autovía, cruzándola por un puente y encaminándomos al siguiente desvío, Los Pérez. Aquí visitamos una antigua casa con balsa y palomar, para continuar hasta el Caserío del Molino, donde hallamos el robusto cuerpo (carente de tejado y aspas) de uno de los numerosos ejemplares que existen en todo el campo cartagenero.
Paisaje cercano del Campo de Cartagena.
Este tramo es compartido con el PR-MU 106 Sendero de Santa Bárbara. Volveremos a cruzar la autovía y seguiremos por Los Agüeras hasta el siguiente cartel interpretativo, el del Cabezo Negro de Tallante, que nos habla de esta formación volcánica. Aquí recobramos el tránsito por camino exclusivo de este PR, desviándonos a la derecha junto a los restos de una vieja casa, abandonando el asfalto momentáneamente.
Vamos encaminados a un caserío de nombre llamativo: Pueblo Roto. Cuatro casas agrupadas con un gran pozo a modo de replaceta. De nuevo compartimos pasos con el PR-MU 96, que nos acompañará casi el resto de la jornada.
Ahora andamos junto a la carretera nacional hasta el cementerio, desde donde tomamos un camino a la derecha que nos va a subir al Cerro Pelarán, una pequeña elevación donde se ubica un depósito de agua. Este promontorio sirve de perfecto mirador; el cartelón informativo nos habla de los distintos cabezos volcánicos que podemos contemplar mirando al Este.
Cerca del Cabezo Negro de Tallante.
De vuelta al cementerio apenas quedan unos metros para alcanzar el túnel que pasa bajo la nacional y regresar por el mismo camino de ida hasta la Ermita de Tallante.
Según la ficha técnica el sendero tiene 10 kilómetros de longitud, aunque se han hecho sorprendentemente cortos. Un día claro, fresco pero no frío, admirar las extensas vistas y el valioso patrimonio han hecho de éste un recorrido altamente recomendable. Y, además, es apto para todos los públicos, ya que carece de dificultad física.
Un diez.

FICHA TÉCNICA:
FECHA DE REALIZACIÓN: 4 de febrero de 2017.
RECORRIDO: Ermita de Tallante-Carretera Nacional-Los Escabeas-Los Pérez-Casas del Molino-Los Agüeras-Pueblo Roto-Cerro Pelarán-Cementerio de Tallante-Carretera Nacional-Ermita de Tallante.
DISTANCIA TOTAL: 10 kms. (aproximadamente).
TIEMPO: 2 horas.
DESNIVEL: 95 metros (aproximadamente).
DIFICULTAD: Baja.
DE INTERÉS: La Ermita de San Antonio de Padua; la Casa de Peralán; la pequeña noria de Los Escabeas; la casa con palomar en Los Pérez; el molino de las Casas del Molino; los cerros volcánicos; Pueblo Roto; el Mirador del Pelarán.
MÁS INFORMACIÓN: Custodia del Garbancillo.


Vegetación entre mampostería.


De camino a Pueblo Roto.


Pueblo Roto. Puerta con macetas.


PR-MU 107 Sendero de Tallante. Cartel de ruta.