domingo, 29 de enero de 2017

Ermita de la Paz (Paraje de la Voz Negra, Alcantarilla)

Bella fachada, lamentablemente resquebrajada.
Hacía ya mucho tiempo que quería visitar esta ermita de fachada azul intenso, coronada por una espadaña sin campana, ubicada entre el núcleo poblacional de Alcantarilla y el Polígono Industrial Oeste, en un lugar de nombre ciertamente llamativo como es el Paraje de la Voz Negra.
Mil veces he pasado por aquí, y siempre me detuvo la advertencia que hay a la entrada a la finca: PROPIEDAD PRIVADA. PROHIBIDO EL PASO. Dicha leyenda no está escrita en un precario cartel más o menos provisional, sino en azulejos adosados al muro de acceso.
Yo, que procuro ser muy respetuoso en estas circunstancias, me había cuidado de entrar, temiendo la posibilidad de molestar a los dueños.
Pero también es cierto que ningún mal pretendo, de modo que me rondaba la idea de, algún día, presentarme abiertamente con la sana intención de pedir permiso para hacer algunas fotos y preguntar acerca de su pasado.
Así que allá fui. La ermita, así como la finca entera, están cercadas por una alambrada, y en el momento en que me plantaba frente a la fachada, un coche salía del recinto. Perfecto, podría pedirle que me dejara pasar un momento para verla más detenidamente. 
Contrafuertes del lateral de la ermita.
No eran los dueños de la ermita, pero sí vecinos del caserío adyacente, y con toda amabilidad me informaron que se trata de la Ermita de la Paz, que hasta hace pocas décadas se hacían romerías e incluso las fiestas del barrio se celebraban en la hermosa explanada que dispone el lugar, donde se colocaban puestos de comida y pasaban unos días deliciosos.
Me cuentan también que, debido al mal estado del edificio, los propios vecinos costearon una nueva ermita en el barrio de Las Tejeras, trasladándose allí el culto y las festividades, quedando ésta a merced del tiempo y del abandono de sus dueños.
Hasta aquí el relato directo. Estaba deseando llegar a casa para investigar al respecto. Resulta curioso el litigio mantenido entre los dueños del inmueble y la administración pública: la Consejería de Cultura otorgó al monumento la categoría de Bien de Interés Cultural (BIC) en 2009. Pues bien, los propietarios interpusieron una reclamación solicitando la anulación de dicha catalogación. Entiendo (y esto es únicamente una especulación) que la responsabilidad que recae sobre los propietarios respecto al mantenimiento del bien en cuestión supone una exigencia económica que no podían asumir, o bien no concedían al monumento tanta importancia.
La Voz Negra, un paraje de huerta.
Sea como fuere, tras un largo proceso se resolvió mantener a la Ermita de la Paz en el catálogo de BIC de la Región de Murcia.
Hoy es evidente el penoso deterioro que presenta, amenazando ruina. Al parecer, el interior está desmantelado; como decíamos más arriba, el cierre al culto en 1985 responde la calamitosa situación del edificio, que suponía un riesgo para los feligreses por derrumbe o desprendimientos.
Es una verdadera pena que un Bien de Interés Cultural caiga en semejante desidia, pues se da a entender que de nada sirve la protección que -teóricamente- debe otorgar esa concesión. Por desgracia éste no es sino otro caso más del abandono casi sistemático al que se ven sometidos tantos elementos patrimoniales en nuestra huerta, sobre todo aquellos que llegan a cierto grado de deterioro, lo que parece indicar que son tenidos por casos perdidos, quedando conscientemente condenados al olvido.
La responsabilidad de los propietarios debe quedar amparada por la administración para, entre todos, mantener en buen estado un bien patrimonial de tanto valor.
Personalmente, no puedo evitar sentirme desconcertado ante la contienda surgida para desentenderse de lo que, lejos de ser considerado como un patrimonio querido y que merece un cuidado especial, más bien se percibe como una carga que no hay más remedio que asumir.
Ermita de San Antón (Puebla de Soto).
Entiendo que desde lo público se debe contribuir con los costes de mantenimiento, sin que esto suponga el desentendimiento de los propietarios. Lo que no es de recibo es que, unos por otros, acabe en grave riesgo un elemento patrimonial que trasciende el ámbito privado para universalizarse dado su valor artístico, monumental, cultural, etnológico o el que fuere.
Son muchos los ejemplos de este abandono. Sólo en cuanto a ermitas abandonadas me vienen a la cabeza las de Lo Pareja en Baños y Mendigo, San Roque en Algezares, San José del Lentiscar, en pleno Campo de Cartagena o la de San Antón, en la huerta de Puebla de Soto, al parecer expoliada y desmantelada por sus mismos propietarios. Otras muchas construcciones huertanas corren la misma desgracia (molinos, azudes, norias, etc.).
En definitiva, el buen estado de un elemento patrimonial (por tanto de propiedad cultural común) no puede quedar a merced de la situación financiera o el grado de compromiso del propietario hacia el mismo. Por eso es lógico que desde lo público, en representación de todos, se contribuya económicamente a su sostenimiento, retribuyendo así la catalogación de bien patrimonial de todos.

Se agradecen comentarios y opiniones al respecto.


FUENTES:
La Verdad: http://www.laverdad.es/murcia/v/20130819/alcantarilla/ermita-seguira-siendo-valores-20130819.html
La Verdad: 
http://www.laverdad.es/murcia/v/20130819/alcantarilla/cerrada-culto-desde-1985-20130819.html
Cangilón Región de Murcia (pdf): http://cangilon.regmurcia.com/revista/N02/N02-04.pdf
Alcantarilla TV: http://alcantarillatv.es/20110706/anulada-la-declaracion-de-bic-de-la-ermita-de-la-voz-negra/

martes, 17 de enero de 2017

Vereda Real de Moratalla (Cehegín)

Apeadero de Cehegín, habilitado como albergue.
Diversos alicientes auguraban una salida satisfactoria desde la bella Cehegín, cuya visita siempre me agrada. Una cuarta parte del recorrido lo hacía por la Vía Verde, y ya hace más de dos años que la recorrí haciendo el GR 250 Camino del Apóstol, desde Cartagena hasta Caravaca de la Cruz. Aquí están las 6 etapas que lo componen, pormenorizadas: Senderos GR.
El resto era territorio virgen para mis botas, lo cual ya es bastante motivador. Debo reconocer que no llegué con muchas ganas de caminar; las últimas semanas he salido bastante y quizás estuviera saturado; además, iba a hacer casi 23 kilómetros, la planta del pie derecho me molestaba y, en suma, me daba pereza.
Pero me propuse hacerla y provocar a mi desgana. Fue un acierto. El frío de las 8:30, hora a la que partí del Albergue de Cehegín, ubicado en la vieja estación de ferrocarril, en la citada Vía Verde del Noroeste, no iba a darme mucha tregua. La primera indicación era desviarnos a la izquierda para cruzar la autovía en dirección al cementerio. Ya bajando el puente había que tomar un camino de tierra a la derecha, junto a una nave, empezando un ascenso, prácticamente el único de todo el recorrido, pero con el suficiente desnivel como para mostrar mi baja forma física, más después de tantas comilonas navideñas.
Huella prehistórica de caracola.
Tras sobrepasar un par de balsas de agua y una cantera alcanzamos la cota máxima de la jornada. Empieza un agradable descenso, y muy pronto vamos a toparnos con la primera sorpresa: en una piedra del suelo, la huella nítida y hermosa de una caracola que imagino será prehistórica. Me resulta increíble que la piedra en la que se encuentra, en pleno camino, no haya sido puesta a buen recaudo, pues a pie y en bicicleta se transita a menudo, estando en riesgo de grave deterioro.
Desembocamos a un camino mayor y giramos a la izquierda, rodeados de almendros hasta salir a una carretera local, a la derecha. A 500 metros la dejamos por un camino a la izquierda y otra vez a izquierda a escasos 5 metros de la calzada. Vamos acompañando una terraza de cultivos de secano hasta salir otra carretera asfaltada, dirigiéndonos a la derecha y pasando junto a un buen número de vistosas casas a pie de sierra.
Campos aterrazados en el paraje de El Toconal.
Descendemos suavemente hasta cruzar el río Quípar, muy animado gracias al temporal de hace pocas semanas. Tras una curva a la izquierda nos plantamos frente a un verdadero tesoro de nuestro patrimonio regional: el Acueducto del Paraíso. De origen romano, ha sufrido no pocos avatares, pero ahí permanece, erguido orgullosamente y portando una belleza que alegra el corazón sólo de verlo.
El Arroyo o Rambla del Paraíso es el cauce sobre el que se eleva y del que toma el nombre. Más información aquí.
Después de un buen puñado de fotos desde distintas posiciones, siempre entre olivos, sigo caminando hasta que, poco más adelante, me detengo junto a un viejo y sobrio cortijo. Seguimos la carretera hasta que nos introducimos en terreno forestal por una pista a la izquierda que nos va a conducir a otra carretera que seguiremos durante aproximadamente 2 kilómetros, introduciéndonos en la bella Sierra de Burete.
El impresionante Acueducto de El Paraíso, de origen romano.
Llegaremos a un cruce de donde sale una pista de tierra que viene del corazón de la sierra, tomándolo a la izquierda. Enseguida llegamos al Área Recreativa 'El Piojo'. Seguimos la pista forestal media hora más, hasta tomar una de menor entidad que baja a la derecha y que acabará saliendo a otra mayor con piso blanco, optando por girar a la izquierda.
Bordeamos el Cabezo de la Mina hasta desviarnos al Área Recreativa 'La Almenara', por un camino a la derecha que tiene una cartel que advierte de la posible salida de camiones. Bajamos junto al A. R. hacia la autovía, cruzándola, ahora por abajo. Veremos que uno de los múltiples ramales del Canal del Taibilla pasa por aquí. Tendemos a la izquierda, bajando a un ramblizo y subiendo hasta conectar con un camino junto a una desvencijada alberca que nos saca a la Vía Verde del Noroeste.
Viejo cortijo entre olivos.
Este último tramo me es conocido. Eso no le resta interés, pues es muy agradable volver a caminar por esta parte de la Vía Verde, bastante tupida. También es un placer volver a cruzar el alto y robusto puente sobre la Rambla de Burete, llegar al Valle del Quípar y contemplar la pedanía de El Escobar; obtener una estupenda visión del mismo río Quípar, que aquí riega generosamente las huertas que lo acompañan; y al fin pasar junto a Begastri, la antigua población cuya importancia en tiempos visigodos llegó al punto de ser sede episcopal. Aquí tenéis más información.
Apenas quedan unos 2000 metros hasta alcanzar el viejo apeadero de Cehegín. Es momento de entrar en él para tomar una buena cerveza y un tentempié, así como para comprar una botella de vino ecológico.

FICHA TÉCNICA:
FECHA DE REALIZACIÓN: 14 de enero de 2017.
RECORRIDO: Estación/Albergue de Cehegín (Vía Verde del Noroeste)-cantera de Peña Rubia-Cañada de la Zorra-río Quípar-La Moreiguillera-Sierra de Burete-A.R. La Almenara-Vía Verde del Noroeste-Estación/Albergue de Cehegín.
DISTANCIA TOTAL: 23 kms. (aproximadamente).
TIEMPO: 5 horas.
DESNIVEL: 300 metros (aproximadamente).
DIFICULTAD: Baja.
DE INTERÉS: Cehegín, cuyo casco antiguo es precioso; este tramo de la Vía Verde del Noroeste; las vistas de la ciudad desde la base de la Peña Rubia; la huella prehistórica mencionada; los extensos campos de almendros y olivos; las casonas en El Toconal; el río Quípar; el Acueducto romano; la Sierra de Burete; en la Vía Verde del Noroeste, los puentes sobre la Rambla de Burete y el río Quípar, así como las vistas a la pedanía de El Escobar y las ruinas de Begastri.
MÁS INFORMACIÓN: Entrega 15 del coleccionable "Vuelta cicloturística", publicado por el diario La Opinión y firmado por J. F. Cerezo.

La Vía Verde del Noroeste, encajonada.
Vía Verde del Noroeste. Puente sobre la Rambla de Burete.
Vía Verde del Noroeste. Puente sobre el río Quípar.

Adentrándonos en la Sierra de Burete.

viernes, 13 de enero de 2017

Gran ruta del río Segura. Etapa 4: Yeste-Letur

La de hoy era, a priori, una etapa controvertida. De las dos opciones para realizar esta Gran ruta del río Segura había elegido la más sencilla, de ahí que haya venido a Yeste. La otra no llegaba a la bella población albaceteña.
Cruzando el Puente de la Vicaría.
El caso es que de Yeste a Letur habían nada menos que 43 kilómetros, casi todos ellos por carretera. Insisto, esta opción es mucho más aconsejable para hacer en bici que a pie.
Supuso una alegría, mientras repasaba los mapas de la zona que había comprado como apoyo para la ruta, que había un puente, el de La Vicaría, que no se mencionaba en la guía. Efectivamente, dicho puente es posterior a la publicación, lo que me ofrecía dos ventajas: ahorrar 15 kilómetros innecesarios y, además, eludir una carretera muy transitada por otra de escaso tráfico.
Perfecto. Rediseñada la etapa, todo era cuestión de echar a andar. Como siempre, a las 8 en punto arranco. La salida de Yeste se hace por la CM-3206 en dirección Elche de la Sierra. Van a ser casi 3 kilómetros de incómodo y peligroso arcén, con multitud de coches en ambos sentidos. Respiro aliviado cuando llego al desvío: Letur, 25 kilómetros.
A partir de aquí el paso de vehículos será residual. De todos modos, el entorno no es especialmente llamativo. Atrás quedó la majestuosidad de la Sierra del Segura para dar paso a un terreno sensiblemente menos frondoso.
Prácticamente una hora invierto en alcanzar el Puente de la Vicaría, a 5 kilómetros del desvío. Es una construcción muy vistosa debido a su color morado y a la estructura de arco atirantado. Es visible desde muchos cientos de metros antes de llegar a él, debiendo hacer un pronunciado descenso antes de alcanzarlo.
Vereda de Siles.
Lo que me sorprende es escaso caudal a las puertas del Embalse de la Fuensanta, a tenor de la marca de agua que se observa, varios metros por encima. Seguramente sea lo normal, pero acongoja un poco ver tanto espacio vacío de agua.
Pasado el puente llegamos al caserío de Toril, donde tomamos la Vereda de Siles, evitando pasar por Fuente Higuera, que nos supondría un rodeo. La verdad es que me planteé ir para tomar un café en caso de que hubiera bar, pero, visto desde lejos no lo parecía, así que lo dejé pasar.
La vereda nos sube y baja entre tradicionales cortijos, olivos y cultivos de cereales hasta alcanzar la carretera de Sege a Letur. Desde aquí nos restarán unos 16 kilómetros de marcha, aunque esta parte es bastante más bonita que la que dejamos atrás: choperas, campos de cereales, caseríos y cortijos diseminados, aderezado por una bruma baja y fresca hacen de éste un tramo muy bonito para caminarlo.
Hermosas vistas desde la carretera, camino de Letur.
Casas del Pino es otra de esas pequeñas aldeas cuyo encanto empieza con el nombre mismo. Pregunto a un vecino si hay bar cerca y me dice a 1 kilómetro, a la salida del pueblo. No sé en qué momento exactamente escojo la dirección equivocada, porque el mapa dibuja una bifurcación que no recuerdo sobre el terreno. Sin duda debía ir despistado, y sospecho que se trata de un camino menor que deseché por eso mismo. El caso es que, en lugar de bajar a Las Casicas, subo a Las Casas, dando un rodeo (no más de 2 kilómetros, nada importante), pero con una buena rampa de subida hasta las Casas del Collado. Antes, junto a una pequeña tienda, un bar cerrado que, en teoría, abre a las 11:00, aunque ya las pasan en 20 minutos. Espero 10 más, pero nada, así que me marcho con el rabo entre las piernas.
Fuente y lavadero de Casas del Pino.
No importa, haré la parada en algún lugar cómodo donde hacerme una buena sopa que me sirva de almuerzo. Junto a una nave en desuso planto el camping gas (que milagrosamente volvió a funcionar correctamente, como pude comprobar ayer en la ferretería de Yeste donde lo llevé por si había recambio: al probarlo, no tenía pérdida de gas alguna).
Con todas las precauciones me hago mi sopa y descanso un rato antes de reemprender la marcha. Lo que quedan son unos 7 kilómetros de carretera soporíferos, siguiendo el Canal del Taibilla, hasta llegar, primero al cementerio de Letur, luego al Barrio de San Antón y, por fin, a Letur: la fiesta del agua.
En el Restaurante Castillo de Letur, Carlos me pone tres tapas generosas y deliciosas que compensan estas últimas dos horas de camino, bastante aburridas. También gestiono el alojamiento en Hostal Rural Letur, un lujo en todos los aspectos: diseño, confortabilidad, servicios, precio...
Fachada tradicional en la entrada de Letur.
Aseado, con la ropa lavada y descansado, es hora conocer este bello pueblo. Y lo cierto es que consigue impresionarme: sus callejuelas con sabor a tradición y a tiempo detenido, macetas colgadas y recovecos sin salida (cul de sac); su patrimonio etnológico cuidado hasta el mimo; la omnipresencia del agua en canaletas, fuentes, arroyos, el precioso Charco de los Canales; la amabilidad de sus gentes; la Iglesia de la Asunción, declarada Monumento Nacional en 1981. En definitiva, un pueblo cuya visita es obligatoria.
De hecho, sólo la lluvia, que empieza a caer más de lo aconsejable, me decide a regresar a la habitación, ya de noche. Hay que cenar y preparar la etapa de mañana.

FICHA TÉCNICA:
FECHA DE REALIZACIÓN: 19 de octubre de 2016.
RECORRIDO: Yeste-Puente de la Vicaría-El Toril-Casas del Pino-Las Casas-Casas del Collado-Letur.
DISTANCIA TOTAL: 28 kms. (aproximadamente).
TIEMPO: 7 horas.
DESNIVEL: ---
DIFICULTAD: Baja.
DE INTERÉS: El Puente de la Vicaría; el tramo desde El Toril hasta Las Casas; Letur, entero, que bien merece un fin de semana completo.
MÁS INFORMACIÓN: 'Excursiones por el río Segura y sus afluentes. Primera parte'. Ortiz Martínez, Ángel; Giménez Martínez, Lázaro (Ed. Natursport, 2000); 'La gran ruta del río Segura'. Tárraga Poveda, José (Coleccionable por fascículos con La Opinión, 2007).

Iglesia de la Asunción de Letur, Monumento Nacional desde 1981.

Fuente con juego de agua (Letur).

Charco de los Canales (Letur).
Parra en la pintoresca calle Molinos (Letur).

lunes, 9 de enero de 2017

Tesoros escondidos: San Joy y Fuente del Lobo

Ventana abierta a un brumoso horizonte.
Toca una ruta sencilla, de unos 11 kilómetros, sin demasiado esfuerzo físico y con más de una sorpresa. Vamos a conocer San Joy, una aldea que llegó a estar deshabitada hasta hace muy pocas fechas; también vamos a disfrutar de unas grandiosas vistas de la Vega Alta del río Segura y del fértil Valle de Ricote; pisaremos vetustos cultivos aterrazados y, como premio gordo, el pequeño oasis que nos regala la Fuente del Lobo.
Os sitúo, por si aún no estáis ubicados: hemos venido al Parque Regional Sierra de la Pila, más concretamente al Municipio de Blanca. De nuevo he usado el libro "Sierra de la Pila. Excursiones a pie y en bicicleta" (Quijada Guillamón, Héctor M.; Lucas Miñano, José Antonio. Natursport, 2003), escogiendo la ruta 2.
Sierra del Viar.
Se dan dos opciones para comenzar la ruta: la corta, en el cruce de San Joy, reduciendo la distancia a recorrer en 4 kilómetros; yo prefería la opción larga, así que aparqué junto a la Fuente de la Canaleta, 3'5 kilómetros más abajo, subiendo a pie por la pista forestal. En la ficha técnica se indica cómo llegar al punto de partida.
El termómetro del coche ha bajado hasta 1º, pero no hay sensación de tanto frío. La constante ascensión ayuda a aclimatar el cuerpo, aunque el sol permanece oculto tras la Sierra de Viar, debiendo prescindir por el momento del alivio de su calor.
La citada Sierra de Viar, con su larga cresta rocosa, se asemeja a un buque. Es ésta característica común de distintas sierras, peñascos, lomas y elevaciones en estos páramos, lugares propicios para la chova piquirroja. Una bandada de ellas pasa graznando a buena altura. Sin duda se dirigen a alguno de esos roquedos.
San Joy, por encima de las nubes.
Atrás quedó una cantera que no sólo afea bastante el entorno, sino que también estropea las fotografías cuando volvemos la vista atrás, hacia el fondo del lejano y profundo valle, cubierto por una bruma espesa. Sobrepasamos Viar y llegamos a tres viejas casas junto al camino, de las que sólo una está en condiciones habitables. De aquí parte un viejo camino que conecta con el PR-MU 73 Sierra del Águila, y que lleva a La Garapacha y El Rellano.
Llegamos a San Joy. Una curiosa anécdota de esta diminuta aldea es que el gran Félix Rodríguez de la Fuente durmió en una de sus casas cuando vino al Caramucel a grabar al búho real para su serie de documentales.
Nosotros abandonamos la pista para desviarnos a la izquierda, junto a las ruinas de la casa del difunto Mateo García "El Maestro", como indica un rudimentario cartel que pide respeto a la propiedad.
Peñasco de San Joy.
Unos metros más adelante llegamos a un grupo de casas, de donde salen tres perros que llevan ladrándome desde que me vieron allá abajo, hace ya un buen rato. Como suele ocurrir con los perros sueltos, cuando te acercas son de lo más dóciles. En este primer caserío comienza la ascensión por las terrazas cultivadas de olivos y almendros ancianos. He de seguir una manguera negra que sale de un nacimiento de agua, más allá de una balsa. Dos de los tres perros que me recibieron me han acompañado hasta aquí, pero no debía apetecerles seguir subiendo con un desconocido y se vuelven a casa.
Por el camino llego a una pequeña casa con patio y la inscripción en la fachada "Casa de la Fuente del Lobo"; más arriba una alquería semiderruida y enseguida un pequeño recinto para acumular el agua que viene canalizada entre piedras. No deja de ser chocante, en un entorno especialmente seco como la vertiente Sur de la Sierra de la Pila, encontrar juncos y cañas que delatan la presencia relativamente abundante de agua. Durante este leve ascenso hemos podido ver y oír el chorro de agua descendiendo para regar los distintos pisos.
El sol incide sin piedad en la vertiente Sur de la Sª de la Pila.
Seguimos elevándonos hasta que llegamos a una gran roca posada en el suelo, con una estrecha cavidad por la que podemos introducir el antebrazo. Doy esta referencia porque aquí hay que girar a la derecha, bordeando el Peñasco Colorado, que nos queda a la derecha desde el caserío, al comienzo de la subida. Yo seguí recto, hacia arriba, y llegué a la pista forestal del Caramucel, por lo que tuve que retroceder para recuperar el trazado correcto.
Sin duda, hubiera llegado al mismo lugar, pero es recomendable ser fiel a la ruta, ya que suelen estar diseñadas para pasar por los pasos más cómodos y, a la vez, los rincones más pintorescos.
Desde la gran roca, decía, seguimos a la derecha hasta un pequeño collado inculto del que nace un camino en dirección Este. Aunque poco pisado, es claro y muy fácil de localizar. Siguiéndolo cruzaremos una pequeña rambla y, ahora sí, llegaremos a la pista forestal por donde corresponde. A nuestra izquierda queda el Peñasco de San Joy, otra singular elevación con destacado techo de roca que domina esta parte de la sierra.
Fuente del Lobo.
A los 300 metros aproximadamente de pista forestal, tomamos un camino a la derecha. Estamos a las puertas del gran regalo de la jornada: la Fuente del Lobo. Enseguida aparece, como una recompensa, una recoleta alberca de la que desborda un agua cristalina y fresca que le llega canalizada de la fuente al otro lado del camino.
Rodeado de vegetación, con el fondo turquesa y la iluminación del sol del claro día el lugar se ofrece con una magia especial. Es el ejemplo perfecto que ilustra aquello que trato de explicar a quienes me preguntan por lugares destacables que se pueden encontrar en la Región de Murcia. Siempre respondo que Murcia está preñada de infinidad de pequeños tesoros, con la particularidad que son, en efecto, pequeños, aislados, debiendo por tanto ser descubiertos, siendo esa misma cualidad la que les otorga tanto valor.
Tierra verde regada por la Fuente del Lobo.
El herboso terreno que riegan estas valiosísimas aguas está cubierto de olivos de grueso y venerable tronco. Hay que cruzarlos hasta un collado y seguir una senda desdibujada -más por intuición que por la claridad de la misma- hasta bajar a la pista forestal por la que iniciamos la ruta. Llegamos a San Joy, donde realizo nuevas fotografías aprovechando el cambio de luz; a partir de aquí sólo quedan unos 40 minutos de relajado descenso hasta las inmediaciones de la Fuente de la Canaleta.
Ha sido una excursión muy agradable, tal como aseguraban los autores del libro referido, apta para todos los públicos y con más de un incentivo para realizarla. Espero volver pronto, acompañado, para disfrutarla en compañía.

FICHA TÉCNICA:
CÓMO LLEGAR: 
Desde Murcia tomar la autovía en dirección Albacete hasta el desvío hacia Jumilla-Yecla-Valencia; aquí dejamos la autovía por la primera salida: Abarán-Hoya del Campo-Estación de Blanca; en la redonda donde desemboca cogemos la primera salida hacia El Rellano, y seguir esta carretera comarcal durante unos 5 kilómetros hasta un camino a la izquierda con un cartel que indica "Sierra de la Pila". La Fuente de la Canaleta está a menos de un kilómetro, en un camino a la derecha junto a un cartel indicando adónde lleva la pista forestal que transitamos. Dejar el coche en una orilla del camino, o bien seguir 3'5 kilómetros hasta el cruce de San Joy, donde hay un par de explanadas para aparcar.
FECHA DE REALIZACIÓN: 7 de enero de 2017.
RECORRIDO: Fuente de la Canaleta-pista forestal hasta cruce San Joy-San Joy-Peñasco Colorado-Pista Forestal del Caramucel-Fuente del Lobo-pista forestal-San Joy-pista forestal hasta la Fuente de la Canaleta.
DISTANCIA TOTAL: 11 kms. (aproximadamente).
TIEMPO: 3 horas.
DESNIVEL: 400 m. (aproximadamente).
DIFICULTAD: Baja.
DE INTERÉS: La presencia de la Sierra del Viar; las vistas al Valle de Ricote y Vega Alta del Segura; el solitario caserío de San Joy; los cultivos aterrazados y los ruinosos cortijos diseminados en la ladera; el Peñasco de San Joy; la Fuente del Lobo.
MÁS INFORMACIÓN: Ruta 2 del l
ibro "Sierra de la Pila. Excursiones a pie y en bicicleta". Quijada Guillamón, Héctor M.; Lucas Miñano, José Antonio (Natursport, 2003); Mapa de la Sierra de la Pila.

sábado, 7 de enero de 2017

Cabo Palos, la costa elegante (SL-MU 14)

La Manga, desde la Playa de Levante (Cabo de Palos).
A las pocas horas de haber comenzado este 2017 estaba conduciendo en dirección a La Manga para hacer el deseado SL-MU 14 'Camina 10000 pasos', homólogo del SL-MU 10 (que recorre buena parte de la capital murciana gracias a sus ocho variantes).
El sendero que tratamos hoy tiene un recorrido de menos de 8 kilómetros, que bien podría reducirse a la mitad. El trayecto desde el punto de partida, en el aparcamiento del centro comercial Entremares, a la entrada de La Manga, hasta conectar con la Playa de Levante, ya en Cabo de Palos, es muy prescindible, ya que es un tramo urbano sin interés.
Pero, una vez en la línea de costa, la cosa cambia. El paseo marítimo es muy amplio y agrada caminarlo junto a las vistas infinitas del Mediterráneo y la larga lengua natural que forma La Manga, eso sí, completamente infestada de edificios que la desnaturalizan.
Faro de Cabo de Palos.
El mar tiene la virtud de reconciliar a uno consigo mismo y con la sociedad. La contemplación de la inmensidad calmada de las aguas parece apaciguar el alma y moderar nuestras impaciencias. Resulta evocador el azul profundo de la primera hora de luz en contraste con el dorado de la tierra firme.
Poco a poco nos arrimamos al faro, cuyo adjetivo más adecuado seguramente sea imponente. Apuntando decididamente hacia el cielo sugiere fortaleza, firmeza, robustez. La planta cuadrada que lo sustenta es igualmente sobria, diseñada sin preciosismos, con la única y pragmática idea de soportar estoicamente los eventuales temporales que asolan este punto de la costa cartagenera. Aquí tenéis información acerca del Faro de Cabo de Palos: El vigía silencioso.
El promontorio donde se alza el faro es un mirador excelente desde donde contemplamos las Islas Hormigas, con su pequeño faro. También tenemos una buena panorámica del interior y de la montañosa línea costera en dirección a Cartagena, por donde sigue el GR 92 Sendero del Mediterráneo, que bordea el Mare Nostrum a su paso por la península.
Mare Nostrum.
Una vez rodeado el faro bajamos para continuar el camino, ahora sobre acantilados, siguiendo la valla de madera que nos protege de acercarnos demasiado al precipicio. En un punto veremos, en inglés y español, avisos de peligro de muerte. En efecto, las advertencias no son ninguna exageración: unos metros más adelante podemos bajar al mar por unos angostos escalones y comprobar que el suelo de arriba es muy poco firme y está volado, con lo que una caída fatal por desprendimiento es segura si lo pisamos.
Desde aquí abajo admiramos las caprichosas formas que el viento y el agua han tallado en estas elevaciones rocosas.
Bajada segura al mar junto al acantilado.
Ya quedan pocos metros para internarnos en el puerto, haciéndolo junto a cafeterías y restaurantes. Los barcos amarrados suelen ofrecer una bonita estampa, y el cielo claro y azul confieren a la escena el perfecto fondo visual. Tras bordearlo, salimos del puerto junto a la iglesia en dirección a un palmeral. Justo antes, y siguiendo las marcas blancas y verdes de Sendero Local (SL), entramos a un jardín vallado muy bien cuidado por donde da gusto andar bajo la sombra de los árboles.
A la salida del mismo giramos a la izquierda, muy cerca de la oficina de la Policía Local para cruzar la carretera, conectando con el camino de ida, y retornando desde aquí al punto de inicio. Aunque lo que resta carece de interés, el recuerdo en nuestras retinas de la preciosa costa que acabamos de recorrer nos acompañará hasta regresar al coche.

FICHA TÉCNICA:
FECHA DE REALIZACIÓN: 1 de enero de 2017.
RECORRIDO: Plaza Entremares (La Manga)-Paseo Cabo de Palos-Carretera de subida al faro-Playa de Levante-Paseo hasta el faro-calle Santa Elena hasta valla de madera-línea de costa hasta entrada al puerto-Paseo de la Barra-Puerto-iglesia-jardín-conexión Carretera de subida al faro-Paseo Cabo de Palos-Plaza Entremares (La Manga).
DISTANCIA TOTAL: 7'7 kms. (aproximadamente).
TIEMPO: 2 horas.
DESNIVEL: Sin desnivel.
DIFICULTAD: Baja.
DE INTERÉS: El mar desde que llegamos a él en la Playa de Levante; las vistas azules e inmensas; el faro, más intimidatorio conforme nos vamos aproximando a él; el mirador desde la explanada del faro; las Islas Hormigas; los acantilados y las curiosas formas de las piedras en la entrada al mar; el puerto pesquero; el jardín, cuidado y recoleto.
MÁS INFORMACIÓN: Wikirutas; Wikiloc (por Murciapie).


Caprichos del mar y el aire.
Blanco y azul.

martes, 3 de enero de 2017

Paseo por la Huerta de Murcia

Comenzamos a caminar por el Malecón.
El último tramo del extinto 2016 ha sido muy fructífero en cuanto a salidas senderiles: he vuelto a Revolcadores, Sierra Espuña, Hoya Lóbrega, Sierra de Ricote, Valle Perdido, Cerro de la Selva; también he descubierto nuevos rincones gracias a incursiones en la Sierra de la Pila, las de Pedro Ponce y el Madroño, Ricote, y en octubre anduve 7 días de travesía por el Río Segura desde Pontones (Jaén) hasta Calasparra, etc.
La culminación a estos intensos meses fue un precioso paseo por el corazón de la huerta más cercana a la capital del Segura. Lo cierto es que la tenía en la recámara para un día que no tuviera demasiado tiempo, así que la mañana de Nochevieja fue la elegida. La ruta en cuestión está diseñada para hacerla en bicicleta, siendo la número 5 del coleccionable "Vuelta cicloturista" del diario La Opinión.
Así que antes de las 8:30 estaba aparcado y caminando por Paseo el Malecón. Es imposible no cruzarse con nadie por aquí, aunque a estas horas hay pocos transeúntes. Yo, de espíritu rural, no me llevo muy bien con las ciudades y me alegro de alejarme de núcleo urbano de Murcia para acceder a terrenos agrícolas.
Molino del Amor, en penoso estado de abandono.
Lo hacemos por La Albatalía, y el primer elemento patrimonial que visitamos es el Molino del Amor, bajo el que pasa la Acequia de la Aljufía. Tristemente, comprobaremos que la constante es el abandono sistemático de estos vestigios de usos tradicionales. El Molino del Amor luce desconchado, olvidado.
Nos dirigimos a la elevada chimenea junto a la Casa Torre de los Clérigos, a las espaldas del centro de salud. Continuamos hasta alcanzar la Senda Pato, a la derecha, y nos introducimos plenamente en la huerta. No voy a señalar cada giro dado durante el recorrido, pues son decenas y no es la intención de este blog describir las rutas, sino relatar las experiencias acontecidas en ellas.
Entre brazales, limoneros y casas huertanas salimos junto a la carretera hasta el Molino de Funes, aún más desangelado que el primero. Se cae el alma a los pies al contemplar el abandono al que quedan condenados estos viejos edificios, tan importantes para la vida durante tanto tiempo en décadas pasadas. No es cuestión de hacer de ellos un reclamo turístico masivo, pero lo menos que merecen estos antiguos y destacados lugares es respeto en forma buena conservación y cartelería informativa para que la gente tenga la oportunidad de conocer, in situ, los modos de vida de sus antecesores cercanos.
Entramos a la huerta por un seductor sendero entre casas.
Rodeando el Molino de Funes incursionamos en una plantación relativamente extensa que nos introducirá, ahora sí, en las entrañas de la huerta.
Llegamos a la Acequia de Bendamé, vacía como todos los canales de agua desde hace unas semanas, al estar fuera de la temporada de riego. Toca andar con cuidado, pues el camino sigu-                                                                                  e embarrado por el temporal de hace dos semanas, pero el lugar es encantador gracias a la caída de la hoja, que alfombra nuestros pasos y cubre el lecho del cauce. Alcanzo unos escalones de bloques que me bajan a la misma acequia, junto a una suerte de pequeña alberca. Bonito rincón repleto de vegetación.
Aquí abandonamos Bendamé y entramos en una tranquila zona residencial por la que caminaremos unos minutos hasta que recuperamos el curso de la Aljufía, que acompañaremos durante un buen trecho. A la derecha vemos, a la derecha, el Monasterio de los Jerónimos. Pero la carreterita por la que andamos, junto a la acequia, es muy agradable y se respira la esencia de la huerta murciana.
El Molino de Funes, en peligro por derrumbe.
Ahora estamos en la Vía Amable nº 4, un recorrido ciclista señalizado gracias al cual encontramos un par de paneles informativos, uno de ellos referido al Molino de los Casianos, el único que parece medianamente conservado.
Y de este modo, con bancales a la derecha y un amplio mirador a la izquierda, junto a la Acequia de la Aljufía, a escasos metros del río Segura, llegamos a la Rueda de La Ñora.
Estamos ante uno de los monumentos más emblemáticos de toda la Región de Murcia. Aunque aparentemente su estado es bueno, si nos detenemos a observarla encontraremos que sus paredes están desconchadas, que el musgo y la vegetación crecen sin control y que cables y cajas eléctricas mancillan las paredes del acueducto y el entorno inmediato. Declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en 1982, corresponde a la administración pública pertinente garantizarle un permanente buen estado de salud.
Plantación en una zona diáfana, junto al Molino de Funes.
Por el Soto de La Hoya accedemos a la mota del río Segura, por la que caminamos casi un kilómetro para salir a la izquierda por un camino que pasará junto a un club hípico, una zona recreativa con pista deportiva y un recinto de palomistas, un agradable recorrido antes de incorporarnos nueva y definitivamente a la mota del río, por la que caminaremos durante 6 kilómetros hasta llegar a las puertas de la capital en un bonito paseo junto a huertos y casas, poniendo fin a un precioso paseo con sabor tradicional y a un año de senderismo inolvidable.

FICHA TÉCNICA:
FECHA DE REALIZACIÓN: 31 de diciembre de 2016.
RECORRIDO: Paseo del Malecón-La Albatalía-Molino de Funes-Acequia de Bendamé-huerta de Guadalupe-Acequia La Aljufía-huerta de La Ñora-Molino de Los Casianos-Rueda de La Ñora-Soto de La Hoya-Río Segura-huerta del Rincón de Beniscornia-Río Segura-Murcia.
DISTANCIA TOTAL: 15 kms. (aproximadamente).
TIEMPO: 4 horas.
DESNIVEL: Sin desnivel.
DIFICULTAD: Baja.
DE INTERÉS: El Paseo del Malecón; el descuidado patrimonio de la huerta (Molinos del Amor, de Funes y de Casiano), a pesar del desprecio que sufre por su olvido; caminar por la huerta, entre brazales, limoneros y naranjos; la Rueda de La Ñora, emblema de nuestra Región de Murcia; el agradable paseo por el río Segura.
MÁS INFORMACIÓN: Entrega 5 del coleccionable "Vuelta cicloturística", publicado por el diario La Opinión y firmado por J. F. Cerezo.

Pequeña alberca en la Acequia de Bendamé.

Acequia de la Aljufía, preciosa gracias a la caída de la hoja.

Rueda de La Ñora, emblema de la Región de Murcia y su huerta.

Hacia la mota del río Segura por el Soto de la Hoya.

La huerta del Rincón de Beniscornia nos dirige, entre pinos y sauces, a la mota del Segura.

Meandro del río Segura.