martes, 17 de enero de 2017

Vereda Real de Moratalla (Cehegín)

Apeadero de Cehegín, habilitado como albergue.
Diversos alicientes auguraban una salida satisfactoria desde la bella Cehegín, cuya visita siempre me agrada. Una cuarta parte del recorrido lo hacía por la Vía Verde, y ya hace más de dos años que la recorrí haciendo el GR 250 Camino del Apóstol, desde Cartagena hasta Caravaca de la Cruz. Aquí están las 6 etapas que lo componen, pormenorizadas: Senderos GR.
El resto era territorio virgen para mis botas, lo cual ya es bastante motivador. Debo reconocer que no llegué con muchas ganas de caminar; las últimas semanas he salido bastante y quizás estuviera saturado; además, iba a hacer casi 23 kilómetros, la planta del pie derecho me molestaba y, en suma, me daba pereza.
Pero me propuse hacerla y provocar a mi desgana. Fue un acierto. El frío de las 8:30, hora a la que partí del Albergue de Cehegín, ubicado en la vieja estación de ferrocarril, en la citada Vía Verde del Noroeste, no iba a darme mucha tregua. La primera indicación era desviarnos a la izquierda para cruzar la autovía en dirección al cementerio. Ya bajando el puente había que tomar un camino de tierra a la derecha, junto a una nave, empezando un ascenso, prácticamente el único de todo el recorrido, pero con el suficiente desnivel como para mostrar mi baja forma física, más después de tantas comilonas navideñas.
Huella prehistórica de caracola.
Tras sobrepasar un par de balsas de agua y una cantera alcanzamos la cota máxima de la jornada. Empieza un agradable descenso, y muy pronto vamos a toparnos con la primera sorpresa: en una piedra del suelo, la huella nítida y hermosa de una caracola que imagino será prehistórica. Me resulta increíble que la piedra en la que se encuentra, en pleno camino, no haya sido puesta a buen recaudo, pues a pie y en bicicleta se transita a menudo, estando en riesgo de grave deterioro.
Desembocamos a un camino mayor y giramos a la izquierda, rodeados de almendros hasta salir a una carretera local, a la derecha. A 500 metros la dejamos por un camino a la izquierda y otra vez a izquierda a escasos 5 metros de la calzada. Vamos acompañando una terraza de cultivos de secano hasta salir otra carretera asfaltada, dirigiéndonos a la derecha y pasando junto a un buen número de vistosas casas a pie de sierra.
Campos aterrazados en el paraje de El Toconal.
Descendemos suavemente hasta cruzar el río Quípar, muy animado gracias al temporal de hace pocas semanas. Tras una curva a la izquierda nos plantamos frente a un verdadero tesoro de nuestro patrimonio regional: el Acueducto del Paraíso. De origen romano, ha sufrido no pocos avatares, pero ahí permanece, erguido orgullosamente y portando una belleza que alegra el corazón sólo de verlo.
El Arroyo o Rambla del Paraíso es el cauce sobre el que se eleva y del que toma el nombre. Más información aquí.
Después de un buen puñado de fotos desde distintas posiciones, siempre entre olivos, sigo caminando hasta que, poco más adelante, me detengo junto a un viejo y sobrio cortijo. Seguimos la carretera hasta que nos introducimos en terreno forestal por una pista a la izquierda que nos va a conducir a otra carretera que seguiremos durante aproximadamente 2 kilómetros, introduciéndonos en la bella Sierra de Burete.
El impresionante Acueducto de El Paraíso, de origen romano.
Llegaremos a un cruce de donde sale una pista de tierra que viene del corazón de la sierra, tomándolo a la izquierda. Enseguida llegamos al Área Recreativa 'El Piojo'. Seguimos la pista forestal media hora más, hasta tomar una de menor entidad que baja a la derecha y que acabará saliendo a otra mayor con piso blanco, optando por girar a la izquierda.
Bordeamos el Cabezo de la Mina hasta desviarnos al Área Recreativa 'La Almenara', por un camino a la derecha que tiene una cartel que advierte de la posible salida de camiones. Bajamos junto al A. R. hacia la autovía, cruzándola, ahora por abajo. Veremos que uno de los múltiples ramales del Canal del Taibilla pasa por aquí. Tendemos a la izquierda, bajando a un ramblizo y subiendo hasta conectar con un camino junto a una desvencijada alberca que nos saca a la Vía Verde del Noroeste.
Viejo cortijo entre olivos.
Este último tramo me es conocido. Eso no le resta interés, pues es muy agradable volver a caminar por esta parte de la Vía Verde, bastante tupida. También es un placer volver a cruzar el alto y robusto puente sobre la Rambla de Burete, llegar al Valle del Quípar y contemplar la pedanía de El Escobar; obtener una estupenda visión del mismo río Quípar, que aquí riega generosamente las huertas que lo acompañan; y al fin pasar junto a Begastri, la antigua población cuya importancia en tiempos visigodos llegó al punto de ser sede episcopal. Aquí tenéis más información.
Apenas quedan unos 2000 metros hasta alcanzar el viejo apeadero de Cehegín. Es momento de entrar en él para tomar una buena cerveza y un tentempié, así como para comprar una botella de vino ecológico.

FICHA TÉCNICA:
FECHA DE REALIZACIÓN: 14 de enero de 2017.
RECORRIDO: Estación/Albergue de Cehegín (Vía Verde del Noroeste)-cantera de Peña Rubia-Cañada de la Zorra-río Quípar-La Moreiguillera-Sierra de Burete-A.R. La Almenara-Vía Verde del Noroeste-Estación/Albergue de Cehegín.
DISTANCIA TOTAL: 23 kms. (aproximadamente).
TIEMPO: 5 horas.
DESNIVEL: 300 metros (aproximadamente).
DIFICULTAD: Baja.
DE INTERÉS: Cehegín, cuyo casco antiguo es precioso; este tramo de la Vía Verde del Noroeste; las vistas de la ciudad desde la base de la Peña Rubia; la huella prehistórica mencionada; los extensos campos de almendros y olivos; las casonas en El Toconal; el río Quípar; el Acueducto romano; la Sierra de Burete; en la Vía Verde del Noroeste, los puentes sobre la Rambla de Burete y el río Quípar, así como las vistas a la pedanía de El Escobar y las ruinas de Begastri.
MÁS INFORMACIÓN: Entrega 15 del coleccionable "Vuelta cicloturística", publicado por el diario La Opinión y firmado por J. F. Cerezo.

La Vía Verde del Noroeste, encajonada.
Vía Verde del Noroeste. Puente sobre la Rambla de Burete.
Vía Verde del Noroeste. Puente sobre el río Quípar.

Adentrándonos en la Sierra de Burete.

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